A veces me pregunto si el cielo los extraña…
a esos ojos ansiosos, buscando la luna llena de cada mes.
O si los dientes de león lloran,
porque dejé de susurrarles mis sueños.
Quizá el trébol de cuatro hojas
que tanto me empeñaba en encontrar se marchitó,
pues he dejado de ir tras él.
Y el viento se llevó a todas mis pestañas caídas,
porque el aliento de mis ilusiones no quiso verlas volar más.
Ni siquiera la danza entre sol y la lluvia lograron capturar mi mirada,
para admirar el hermoso arcoíris que habían creado juntos.
A todos aquellos pájaros rojos a los que dejé de pedirles deseos;
lo siento.
Porque cuando soplo las velas,
estoy en blanco.
No sé qué más pedir.
Pues mi deseo más añorado,
ya nunca se cumplió.
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