Narciso En Su Esplendor


El Baño del Rey

Cuando te metías a bañar, yo te esperaba con una toalla afuera. Tu ropa estaba dispuesta para ti sobre la cama, una camisa formal, pantalones, camiseta, calzoncillos y calcetines; todo perfectamente combinado y planchado, sin una sola arruga.

Recuerdo cómo tenía que secarte con la toalla y ayudarte a vestirte. Después te pasaba tu loción, desodorante, crema y demás. Incluso ayudé a peinarte.

Mi vida fue así durante 18 años.

Hoy me pregunto-

¿extrañas a tu sirvienta?


La Niña de San Valentín

Mi primer beso fue también violencia.

Antes de que pudiera pasar algo, se abalanzó sobre mí y me levantó el pantalón hasta la rodilla para asegurarse de que tuviera la piel liza- como una niña chiquita. Sonrió satisfecho.

Si le dices a alguien sobre esto, te juro que te dejo de hablar.

Al día siguiente era San Valentín.

Esperé con ansias un gesto lindo, y obtuve lo contrario. Me advirtió esa noche: ni se te ocurra enamorarte. Porque yo nunca me voy a enamorar de ti.

Fingí una sonrisa, y lloré hasta quedarme dormida.

Tenía 17.

Él, 24.


Mi Cumpleaños

Día 23

-¿Qué quieres de regalo? Faltan 5 días.

-¡Unos tenis bonitos!- Contesté sin pensarlo.

Sin embargo, quise un ramo de flores con mangos, así, como los de aquella foto que te mandé. Unos mangos con girasoles.

-Está bonito.- Dijiste al verlos.

Esa noche llegaste a casa; y mientras navegaba por mis redes sociales- en una notificación, vi el ramo real en las manos de tu amante.


Hombro Frío

Jamás compraste una cama para nosotros; dijiste que no, porque yo debía maternar.

Yo tenía un trabajo y llegaba tan cansada… Aún así, cuidé a mis bebés con todo el corazón en las madrugadas, mientras que tú nunca les cambiaste un pañal o les diste un biberón.

Una noche estaba atrás de ti, esperando que durmieras un rato conmigo, tan solo que me abrazaras, me dijeras que me amabas; en realidad eran unas migajas. Era tarde y no entrabas en tu pequeña cama individual, me levanté; te observe, y me di cuenta de que no voltearías jamás.

Estabas mensajeándote con una mujer. No veía bien porque no me puse lentes, pero tomé mi dignidad y me dije: a partir de este día, enfoco mi vida hacia mí misma. Voy a estudiar, haré lo mejor, seré una estrella con brillo propio; no quiero seguir siendo un perro esperando que su amo le acaricie la cabeza.

Desde ese día vi como me fuiste perdiendo. Hasta que finalmente, dejé que me perdieras para siempre, mientras yo me recuperaba cada día.


Medias Rotas

Nunca me compró un vestido,

ni faldas,

ni pantalones

menos una blusa;

pero sí muchas medias.

Y todas terminaban rotas, en el bote de basura.

Tan rotas como yo.


Elda R. Soriano, Michelle Tishman


Previous

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *